Martina, ¿cuál es tu lugar favorito en casa?
«Por las noches, en la terraza. Cuando, en una hermosa tarde de verano, parpadean a lo lejos las luces del Kampenwand, repaso aquí mi día. Nosotros –mi marido y yo– nos sentamos juntos, conversamos, tomamos una copa de vino. En lugar de ver la televisión, hablamos o leemos juntos aquí. Ese es nuestro concepto, y lo disfrutamos muchísimo».
¿Cómo describirías tu estilo de decoración?
«Intuitivo y muy personal. Está compuesto por muchos recuerdos y objetos traídos de incontables viajes. Cada pieza está vinculada a una historia. En el poco tiempo que paso en casa quiero sentir que estoy de vacaciones. Debe ser ligero, aireado y evocarme imágenes bonitas en la mente, imágenes que ordenen mis pensamientos y me inspiren».
Para ti, las vacaciones y los viajes desempeñan un papel importante. ¿Cómo se refleja eso en la decoración de tus paredes?
«Hemos decorado nuestro dormitorio y el pasillo con un papel pintado que muestra el oleaje. Me recuerda a la calma que siento junto al mar y me transporta inmediatamente allí. Es como si cada mirada hacia la pared devolviera un pedacito de vacaciones. Y como aquí no tenemos mar, solo montañas, con esta decoración logro de algún modo unir ambas cosas».
¿Cuál es tu consejo para lograr más calidez y confort en los espacios?
«La calidez, para mí, se expresa en los objetos personales. Un piso no es una pieza de exposición: debería ser, ante todo, un refugio para ti mismo, un lugar en el que de verdad te sientas bien. No tiene que ser un diseño impuesto solo porque alguien diga que está de moda. El confort surge cuando te reconoces en él. Telas, colores, objetos cotidianos bonitos como una taza especial de café o una vajilla que uses a diario: eso, precisamente, es lo que crea para mí la sensación de hogar».
Cuando uno escucha a Martina, percibe de inmediato: la calidez no surge de las tendencias ni de las puestas en escena perfectas, sino de lo personal, de los recuerdos y de lo que realmente nos hace bien. Su casa sobre los tejados de Rosenheim no es solo un lugar para vivir, sino un lugar para llegar, para soñar… y un pequeño trozo de vacaciones en la vida cotidiana.